Llamame como el azucar


Frio. Azul y frio. Frio de invierno. Frio de nieve que cae por la noche .Noche en un aeropuerto. La nieve aun no a helado las pistas .Los aviones aun siguen con sus trayectos, sus despegues y sus aterrizajes. El aeropuerto está lleno casi al completo .Gente que se marcha. Gente que llega. Gente que vuelve. Y un chico espera. 
Lleva horas sentado en el mismo banco, mirando el móvil, leyendo cosas varias. Esperando. Mira de vez en cuando la pantalla de llegadas, pero nunca le gusta lo que lee en ellas. Mira la puerta por la que salen todos los pasajeros, pero aun no ha visto a nadie interesante. 

Un nuevo avión aterriza. El ultimo que va a llegar en toda la noche. La nieve empieza a crear capas de hielo que ya no pueden quitar las maquinas, ni puede derretir la sal. El chico mira la pantalla, y por primera vez en toda la noche se levanta .Vuelve a mirarla y se aleja del banco en donde a estado tanto rato.
En otro lado del aeropuerto una chica coge su pequeña maleta en la que no lleva casi nada y sale hacia la terminal del aeropuerto. Camina lento. Mira hacia todos lados, pero no sabe lo que ve. La chica coge el móvil y llama, pero nadie le responde al otro lado. Se acerca a una pantalla y mira los nombres que salen en ella. Suspira y vuelve a llamar. Y vuelve, y de nuevo llama. Y nadie le coge el teléfono al otro lado.
No muy lejos, debajo de un banco hay un teléfono móvil .Un pequeño Nokia olvidado que no para de vibrar cada poco rato. Un Nokia solitario y frio, como la noche en la que se lo han dejado olvidado.
La chica guarda su móvil en el bolso que lleva en el brazo sin cerrar. Suspira y se apoya en la pared más cercana .Mira sin saber a donde ir. Conoce ese aeropuerto mejor que la palma de su mano, pero nunca había estado tan perdida en el. Deja todo su peso en la pared, cierra los ojos e intenta que su mal estar no llame mucho la atención. 


Fuera, en la nieve y el frio, alguien busca en su bolsillo del pantalón un móvil que no encuentra. Mira mejor, pero nada. Tira el cigarrillo que se estaba fumando y entra de nuevo en la terminal.Va hacia el banco en el que había estado sentado y allí está. Su pequeño Nokia, abandonado y tirado en el suelo .Lo coge. Tiene poca batería, tan poca que solo le da tiempo a ver que tiene 15 llamadas perdidas .Evelyn .Se guarda el móvil en el bolsillo y busca alguien con la mirada. Mira la pantalla, los pasajeros del avión de Londres tendrían que estar en esa misma terminal .Sigue buscando en todos los bancos, en las puertas de las tiendas cerradas a esas horas. Entre la gente .Y la ve. De pie, junto a una papelera y una maquina de café. Camina hacia ella oliéndose las manos. Huelen a tabaco y seguro que le echa la bronca , aunque , no tendrá mucho humor de regañar después de todo lo que le ha pasado. 


El sigue caminando, nervioso. Ella está de espaldas, con un pequeño vaso de café ya vacío en las manos. 
-No vas a poder dormir si sigues bebiendo café.
Ella se da la vuelta y sonríe. Sonríe triste. Sonríe aliviada.
-Hola–dice ella – ¿Y tú móvil?
-Lo siento - coge el vaso  de café vacío y lo tira a la papelera que hay al lado.-Lo había perdido.
Ella deja que le coja el vaso .Le mira, parece como si no estuvieran juntos. En el mismo lugar, a la misma hora. Pero es feliz de tenerle ahí. Todo lo feliz que se puede estar después de que le hayan estrangulado el corazón. Y casi sin darse cuenta le está abrazando.
-¿Y esto...?- empieza a decir el, pero para de hablar cuando escucha los sollozos silenciosos de ella.
-Creía que te ibas a desvanecer si te tocaba.
-Estoy aquí – susurra-Aquí contigo.

Y llora. Y le abraza. Y le abraza mientras llora. El solo seca sus lagrimas cada poco .Se sienta con ella apoyándose contra la pared. Porque si, se quedara ahí con ella todo el tiempo que necesite .Todo lo que ella quiera. Todo lo que haga falta .Porque siempre ha sido así, tanto si ella ha estado a su lado, como si estaba en Londres. Daba igual que estuviera con el, o con ese imbécil de Harry, por el que llora esta noche. Él sabe secarle las lágrimas y cuidar de ella. Apoya su cabeza en la de ella. Ella, cuyo pelo huele a frutas. Ella, que huele a café y  que deja de sollozar relajándose apoyada en el pecho de él .Uno en el otro.
-Has fumado – dice bajito –Pero te perdono por esta vez.
Él sonríe y le besa en el pelo.

Y el frio sigue, pero la nieve ha dejado de caer. Y la noche, oscura y solitaria, ya no es tan oscura. La luna la ilumina un poco. Dejando ver su luz entre las nubes, que poco a poco se están separando, y se están marchando.

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