-No me conoces.
El me sigue mirando desde
el fondo del pasillo. He hablado en susurros pero sin embargo sé que a
escuchado lo que he dicho. Mi voz se extiende por el largo pasillo,
serpenteando como un reptil y llegando hasta a él con un volumen de voz casi
llamado silencio. Pero sabe lo que digo.
Él sonríe y mira hacia el
suelo .Durante un buen rato no vuelve a dirigirme la mirada, pero yo no quito
la mía de él. Estoy cabreada, no se el porqué, pero lo estoy. Le conozco, pero
no se quien es. Reconozco su mirada, pero en mi mente no viene el momento en el
que lo conocí.
El vuelve a mirarme, y en
ese momento sus ojos han cambiado. Esta caminando hacia mi y yo no me había
dado ni cuenta. Solo unos cuantos pasos le separan de mí y su mirada no se
separa de mis ojos. Un suave escalofrió sube por mi espalda, y un leve calor
recorre la parte anterior de mi cabeza. Intento dar un paso hacia atrás pero no
puedo .Llega a mi lado y ahora es el quien me mira directamente a los ojos.
-No me conoces – muevo
los labios pero no sale sonido alguno de ellos.
-Lo se, yo tampoco a ti.
Él sonríe y provoca con
eso que tenga que dejar de mirarle .Sigo mirando al suelo pero tengo una gran
necesidad de saber si el me sigue mirando .Le miro disimuladamente, y si, el si
que me está mirando. La sonrisa se le ha borrado, pero la insistencia de su
mirada aun sigue. Doy un paso hacia atrás y el me coge fuerte de la muñeca.
Todo se ilumina, intento tirar e irme pero no me deja marchar. La puerta del
fondo del pasillo se abre y entra el. El tío que me tiene aquí encerrada.
-Por favor, déjame ir –
le susurro casi entre lágrimas a el chico que tengo a mi lado .
Niega con la cabeza
aflojando la fuerza que hace en mi muñeca, me acerca hacia él y me da un beso
en la mejilla.
-No puedo, de veras, no
tengo opción a dejarte ir.
Le miro con terror en los
ojos, me suelta y me empuja ese tío, para que me coja de los dos brazos. Le
sigo mirando reprochando que no me halla dejado ir pero el gira el rostro y se
marcha.
-Tu, nena, el luego
vuelve .Tranquila eh –Ríe.
Se me encoje el estómago
y una nausea sube por mi garganta. El, a quien no conozco, sale de la sala
dejando la puerta abierta para que luego podamos salir nosotros. O eso supongo
yo.